Promesas y peligros de la hora
Como es común en estos tiempos, muchos expertos comienzan a hacer sus cábalas y a predecir lo que le espera al país en lo que queda del año y en el próximo, los economistas no se quisieron quedar atrás y sacaron sus turbantes para ver sobre Colombia nubes negras que se creían despejadas con la aprobación de la reelección presidencial, pues ése se percibía como el único gran obstáculo que frenaba el disparo de la inversión.
Con la reelección ya aprobada y como ya casi nadie se quiere casar con sorpresas, se espera que al Uribe repetir las reformas inconclusas llegarán a feliz termino. Lo que sucede es que Colombia ya no es ajena a lo que pasa en el resto del mundo y esos acontecimientos parecen ser los caracoles que le han pedido prestado los estudiosos de los fenómenos económicos colombianos a los santeros cubanos. Algo lógico es pensar que si la reactivación llego de fuera por ahí también vendrá la recesión, aunque aún nada hace prever una recesión mundial a causa de los fenómenos que se están presentando.
Al Colombia no ser un beneficiario directo de los altos costos de las materias primas, sí lo es a través de sus vecinos, a los cuales van sus exportaciones. Una bajada brusca de los precios de las mercancías primarias es algo improbable, sencillamente porque hoy hay un mercado más rico que puede absorber los altos costos, ya que los precios nominales aún están muy bajos si se comparan con las historias anteriores. Y también porque el dinamismo económico lo están poniendo dos mercados emergentes, China e India, a base de cachivaches que hasta el país más empobrecido puede adquirir sin mayor problema, más bien el precio de las materias primas tenderá a estabilizarse gracias al negocio que resulta en estos momentos producirlas, y a las ventajas que ofrecerán los sucedáneos. Será de esa forma como la oferta sobrepasará a la demanda, aunque para que eso suceda se necesitará algún tiempo.
Otro de los asuntos que preocupa es el gran déficit fiscal que tiene Estados Unidos, una bomba hasta ahora bien controlada y sólo se podrá desactivar en un plazo largo. Ese plazo se lo proporcionarán los mercados emergentes, más precisamente China. Este país, al tener excedentes monetarios, necesitará tener dónde invertirlos, y el mercado mas receptivo es el norteamericano. Mientras en EE UU haya inversión, será muy difícil la caída en una recesión profunda. Además, al Gran Dragón asiático no le conviene que eso suceda, no sólo por que Estados Unidos dejaría de consumir productos Made in China, sino también por los efectos que tendría en los demás mercados consumistas.
Todo lo anterior no quiere decir que las cosas estén para dormir tranquilos. La resistencia de Ecuador a firmar el TLC sería un gran problema, porque para contrarrestar esa debacle, el país andino entraría a formar parte del Mercado Común del Sur de una forma acelerada y entonces los productores colombianos entrarían a competir en igualdad de condiciones con Brasil, como también puede ocurrir con Venezuela por insistencia de Chávez. Es decir, estos dos mercados se pueden perder por problemas políticos, entonces a Colombia no le queda más que un camino, acelerar la negociación con Estados Unidos y otros mercados del mundo, no sólo para ganar mercados para sus productos sino también para conservar los existentes.
La inversión hasta ahora ha sido motivada por la confianza que produce el gobierno actual y por el posible acuerdo comercial con la potencia del norte. La competitividad es el resultado de la inversión que a su vez trae transferencia tecnológica o de conocimientos, única formula para resistir la agresiva competencia que vendrá del Cono Sur.
Con la reelección ya aprobada y como ya casi nadie se quiere casar con sorpresas, se espera que al Uribe repetir las reformas inconclusas llegarán a feliz termino. Lo que sucede es que Colombia ya no es ajena a lo que pasa en el resto del mundo y esos acontecimientos parecen ser los caracoles que le han pedido prestado los estudiosos de los fenómenos económicos colombianos a los santeros cubanos. Algo lógico es pensar que si la reactivación llego de fuera por ahí también vendrá la recesión, aunque aún nada hace prever una recesión mundial a causa de los fenómenos que se están presentando.
Al Colombia no ser un beneficiario directo de los altos costos de las materias primas, sí lo es a través de sus vecinos, a los cuales van sus exportaciones. Una bajada brusca de los precios de las mercancías primarias es algo improbable, sencillamente porque hoy hay un mercado más rico que puede absorber los altos costos, ya que los precios nominales aún están muy bajos si se comparan con las historias anteriores. Y también porque el dinamismo económico lo están poniendo dos mercados emergentes, China e India, a base de cachivaches que hasta el país más empobrecido puede adquirir sin mayor problema, más bien el precio de las materias primas tenderá a estabilizarse gracias al negocio que resulta en estos momentos producirlas, y a las ventajas que ofrecerán los sucedáneos. Será de esa forma como la oferta sobrepasará a la demanda, aunque para que eso suceda se necesitará algún tiempo.
Otro de los asuntos que preocupa es el gran déficit fiscal que tiene Estados Unidos, una bomba hasta ahora bien controlada y sólo se podrá desactivar en un plazo largo. Ese plazo se lo proporcionarán los mercados emergentes, más precisamente China. Este país, al tener excedentes monetarios, necesitará tener dónde invertirlos, y el mercado mas receptivo es el norteamericano. Mientras en EE UU haya inversión, será muy difícil la caída en una recesión profunda. Además, al Gran Dragón asiático no le conviene que eso suceda, no sólo por que Estados Unidos dejaría de consumir productos Made in China, sino también por los efectos que tendría en los demás mercados consumistas.
Todo lo anterior no quiere decir que las cosas estén para dormir tranquilos. La resistencia de Ecuador a firmar el TLC sería un gran problema, porque para contrarrestar esa debacle, el país andino entraría a formar parte del Mercado Común del Sur de una forma acelerada y entonces los productores colombianos entrarían a competir en igualdad de condiciones con Brasil, como también puede ocurrir con Venezuela por insistencia de Chávez. Es decir, estos dos mercados se pueden perder por problemas políticos, entonces a Colombia no le queda más que un camino, acelerar la negociación con Estados Unidos y otros mercados del mundo, no sólo para ganar mercados para sus productos sino también para conservar los existentes.
La inversión hasta ahora ha sido motivada por la confianza que produce el gobierno actual y por el posible acuerdo comercial con la potencia del norte. La competitividad es el resultado de la inversión que a su vez trae transferencia tecnológica o de conocimientos, única formula para resistir la agresiva competencia que vendrá del Cono Sur.
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