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Vislumbrando el milagro colombiano

domingo, septiembre 11, 2005

La Empresa Colombia contra la empresa colombiana

Lo de la "empresa Colombia" fue una consigna que le granjeó ciertas simpatías a Pastrana en su día, y que relativamente podría funcionar como ideal de eficiencia del Estado, siempre y cuando la metáfora se limitara a esa imagen publicitaria de un momento. Lo que es muestra de una barbarie infinita, estremecedora, horrenda es que haya gente convencida de que eso tiene validez fuera de esa campaña.

¿Qué es una empresa?

Vamos a empezar por la definición completa del diccionario académico:

1. f. Acción ardua y dificultosa que valerosamente se comienza.
2. Cierto símbolo o figura enigmática que alude a lo que se intenta conseguir o denota alguna prenda de la que se hace alarde, para cuya mayor inteligencia se añade comúnmente alguna palabra o mote.
3. Intento o designio de hacer alguna cosa.
4. Casa o sociedad mercantil o industrial fundada para emprender o llevar a cabo construcciones, negocios o proyectos de importancia.
5. Obra o designio llevado a efecto, en especial cuando en él intervienen varias personas.
6. Com. Entidad integrada por el capital y el trabajo, como factores de la producción, y dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios generalmente con fines lucrativos y con la consiguiente responsabilidad.
7. ·pública. 1. La creada y sostenida por un poder público.

Y como hasta ahora pensábamos que Colombia era un país, una nación y un Estado, tengamos paciencia para copiar todas esas definiciones:

País: 1. m. Nación, región, provincia, o territorio.
Nación: 1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.
2. Territorio de ese mismo país.
3. fam. p. us. nacimiento, acción y efecto de nacer. Ciego de NACIÓN.
4. Conjunto de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.
Estado: 5. Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano.
6. Territorio de cada país independiente.
7. País o dominio de un príncipe o señor feudal.

De lo que sale que Colombia en cuanto país es un territorio, una parte de las tierras emergidas habitada por la comunidad de los colombianos o nación, regida a su vez por el Estado, el cuerpo institucional de esa comunidad. ¿Sobre qué se aplica alguna de las acepciones de "empresa"? ¿Es una casa comercial? ¿Es un designio llevado a efecto? ¿O nos quedamos con la acepción normal de "Entidad integrada por el capital y el trabajo, como factores de la producción, y dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios generalmente con fines lucrativos y con la consiguiente responsabilidad"?

Creo que los enamorados de la empresa Colombia andan más bien con la última acepción que copié, se figuran que todos somos accionistas y a la vez asalariados de esa vasta empresa, con lo que cada persona es a la vez el capital y el trabajo. Para que la imagen que tanto les agrada resulte viable dejan pasar tantas cosas que uno se pregunta si realmente son capaces de distinguir entre el cónyuge y la mascota.

Por ejemplo, dado que Colombia es una empresa y yo como ciudadano soy su accionista, y sobre todo dado mi sentido común, ¡quiero vender mi parte, y ya! ¿Dónde están las escrituras de mi proporción de propiedad de la empresa? ¿Y los que mendigan en el semáforo cómo hacen para reclamar sus utilidades? ¿Y los que están presos en el exterior? ¿Y las muchachas que se prostituyen en Japón? ¿Y todos los parientes que se me han muerto no dejaron sus acciones a mi favor?

Rarezas mías. Si va al niño del semáforo y pregunta por sus dividendos el promotor de la empresa Colombia le da una palmadita en el hombro: "¡Cuando saquemos adelante la empresa tendrás tus dividendos, que son derechos inalienables tuyos porque eres accionista como todos nosotros de esta empresa!".

Es que con tanta preocupación que tienen por la educación se les olvida lo más urgente: que hay que crear una escuela de padres, porque la carencia de un padre que le enseñe a uno el respeto de sí mismo es lo que permite que haya quien se permita cosas así.

Queda una acepción de "empresa" que es interesante considerar: claro que todos los defensores de la empresa Colombia hablan de accionistas o dueños, pero como es una mala metáfora, una metáfora con muchas interpretaciones forzadas, todas inexactas, que en manos de esta gente se convierten en definiciones indiscutibles, habrá que estudiar la deriva a la nueva acepción.

Los actores y actrices que hacen de malos en las telenovelas deben andar con cuidado: la indignación de esta gente los pone en peligro de morir apuñalados.

5. Obra o designio llevado a efecto, en especial cuando en él intervienen varias personas.

Bueno, la imagen es usual: "El desarrollo es una empresa titánica que demandará todas nuestras energías durante varios lustros". "Las Fuerzas Armadas y la ciudadanía son partes actuantes de esa empresa de vasto alcance que es la consecución de la paz"... A cualquiera se le pueden ocurrir muchos ejemplos de esa imagen.

Ningún problema, mis socios de Colombia LTDA se pasan cómodamente a esta acepción. Da igual. Sólo un problema: que la patria como designio, como tarea que elabora la comunidad en un esfuerzo de comunión de voluntades es lo que normalmente constituía el ideal de los fascistas. Es un pensamiento hostil a la democracia, en la que es perfectamente legítimo estar en contra de todo y estarlo por puro capricho.

Es que la democracia plantea demasiadas libertades, demasiadas discusiones, demasiados consensos y fueros para el gusto de los aprendices de brujo que querrían tenerlo todo operando como un reloj según las órdenes superiores (de ahí les viene la imagen de la empresa). No es raro que nadie apruebe ni aplauda la condena abierta de la democracia que hacía el druida nazi del trópico.

Colombia ya es una empresa

Pero es que en otro sentido es verdad que Colombia es una empresa: en cuanto Estado, cuenta con una copiosa burocracia que no busca las pensiones más baratas sino los hoteles y restaurantes más caros en cuanto tiene una excusa para viajar lejos, exactamente igual que en todas las empresas grandes y burocratizadas: "paga la empresa"; hay una serie de dueños que se quedan con todos los dividendos mientras que la mayoría de los que trabajan viven en la miseria, lo cual no impide que todos los empleados se roben los borradores y clips y lápices para las tareas de sus hijos.

Es por eso que explicaba antes: los sentidos de las palabras van bailando según la conveniencia del momento. ¡A lo mejor es ese aspecto de una empresa lo que agrada y seduce!

Sinceramente, por desagradable que resulte decirlo, yo creo que es eso.

La Comisión Municipal de Ornato y el Consejo Cívico de Damas Insignes

Una persona puede contar a la vez con una inteligencia preclara y con una pasión muy intensa por la política o aun por la economía: siempre tendrá una limitación absoluta si no tiene el hábito lector, si tiene grandes dificultades para leer por falta de costumbre. Pero incluso si lee a menudo y entiende perfectamente lo que lee, puede tener otra limitación muy grave: no haber leído literatura. No es posible mirar la vida desde diferentes ángulos sin haber leído literatura.

Así, para entender a Colombia hay que leer las obras clásicas de los autores nacionales, aunque sean pocos, es importante conocerlos, y también los recuerdos de viajeros que conocieron Colombia en los siglos anteriores. De especial valor para entender los valores profundos de nuestra sociedad son las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, no importa que traten de Lima y no de Bogotá, durante siglos la capital peruana era el modelo de la colombiana.

Eso es tan importante por una razón: porque a pesar de que el mundo es tan distinto, la gente es increíblemente la misma, idéntica, no hay nada importante que no sea lo mismo desde el siglo XVIII en nuestras sociedades. El rumbero de Los Andes con pretensiones de sabio que está al día en ecologismo y música electrónica sólo es un clon del señorito elegante de hace 300 años.

Hay un elemento característico que se va adaptando a cada nueva situación, pero conserva los valores significativos, y encuentra siempre nuevas excusas para la dominación de ciertas personas o para la descalificación de otras.

Digo todo esto porque el sueño de la "organización productiva-designio comunitario" es sólo una versión de hoy de la misma tradición que en otros siglos tomaba los nombres del subtítulo. El destino del hombre latinoamericano es formar parte de una comisión que viaja al exterior para facilitar el comercio, de un consejo que redacta un informe sobre la situación de los huérfanos desvalidos y presenta una serie de propuestas al gobierno para que se remedie lo antes posible esa situación, de un Comité de Empresa que presenta un pliego de peticiones para que se reconozcan los derechos de los trabajadores, de una junta de Acción Comunal que demanda comedidamente de las autoridades que correspondan la asignación de recursos para pavimentar las calles principales del barrio...

Claro, yo no sólo escribo unos posts larguísimos y ladrilludos, sino que además me repito y me repito: es que el problema es que la gente de calidad no trabaja. No trabajaba en 1605 y no trabaja en 2005. Ja. Me dirán que todos trabajan, que responder a las demandas sobre la reelección es muuuuuucho trabajo, que enseñar el Anti-Dühring en la Universidad Nacional es mucho trabajo, etc. Es porque no se entiende qué es trabajar.

Por eso cuando me dicen que el logo y la campaña van a mejorar las posibilidades del comercio de Colombia yo siento a la vez tristeza y ganas de reírme: ¿quién trabaja? ¿Quién va a hacer las cosas que se van a vender a muy buen precio gracias a la generosa campaña de los constructores del destino nacional? ¿Quién va a organizar a cien o doscientos empleados para que al menos en 500 m de la playa de El Rodadero no haya mosquitos echando a perder las vacaciones de los turistas?

¡Por el amor de Dios! El destino del colombiano es estar allá donde está lo bonito y disponiendo de los recursos ajenos, pues ¿qué hará el empresario que se beneficie del logo milagroso e integrador? ¿Se quedará con todos los beneficios y no dará nada para la misión patriótica?

Yo siento casi ganas de llorar: ¿cuántos años llevo leyendo en los foros de Caracol, de Terra, de Colombia Analítica, de El Tiempo el discurso casi unánime según el cual toda la miseria del mundo es el resultado de que haya empresarios? La misión de cada colombiano es conseguir un buen empleo en el cual perseguir a los empresarios. Y si resulta que el empresario está pensando sólo en su ganancia, en pagar lo menos posible por la mano de obra y en librar todo lo que pueda de las garras de los funcionarios estatales, entonces es un criminal mucho más odiado que los terroristas.

La pura naturaleza del colombiano, exactamente igual que en 1605, es la determinación de exigir a todos los que trabajan que se sometan a los que no trabajan, buscar a toda costa que se impida a los empresarios ganar dinero, condenar el lucro y la riqueza excesiva, no importa que toda provenga de un trabajo honrado y de la exportación de bienes. Por cada persona que tiene una actitud respetuosa ante los empresarios hay varias decenas que tienen una opinión favorable de los guerrilleros, "paramilitares", políticos ladrones y sindicalistas estatales.

Es que la empresa Colombia con su propiedad difusa e inconmensurable remite al odio a la propiedad: aun en la miseria, el colombiano se reconoce en un gobernante que presiona y ojalá despoje a los ricos.

Porque en la base de su visión del mundo está el principio de que su dignidad le impide trabajar. Y vuelve y juega eternamente porque nadie quiere admitir eso porque todos creen que las creencias que comparten se les ocurrieron a ellos y el pasado del mundo no tiene nada que ver. El infantilismo es tan increíble que nadie se da cuenta de que hasta la última palabra que usan (que usamos) es ajena y remota.

El empresario

Lo que el pobre necesita no es que le muestren el color de la pasión nacional para odiar a la gente de los países vecinos o para creer que él es maravilloso porque es lo que le oye decir a toda su tribu, que los más hermosos de todos los hombres son los que nacieron en donde él nació y que los demás en su absurda ofuscación se niegan a reconocerlo, por lo que está justificado que los jóvenes necesitados les quiten todas las joyas que producen para señoras frívolas que son completamente indiferentes al hecho de que los niños de los mejores hombres pasan hambre.

El desamparado sólo necesita que le digan: EMPIEZA EL LUNES. Ésa no es la empresa colectiva de promoción del comercio, de fomento de la identidad, del salvación del prestigio, de integración de todos los socios en la hermandad que reivindica la comunidad por los siglos de los siglos. Es sólo el compromiso de una persona que está pensando en ganar dinero aceptando las normas del juego de este mundo y para eso madruga a cuidar de sus bienes y dedica el tiempo a vigilar a sus empleados para que hagan las cosas bien y no se roben los bienes de la empresa.

El colombiano por naturaleza está por encima de eso, POR ESA SUPERIORIDAD es por lo que en conjunto la situación económica de la mayoría de nuestros compatriotas es bastante precaria, y los lleva con frecuencia a delinquir o a tolerar que las hijas vayan al exterior a atender a señores más bien poco respetuosos.

Es que a casi todos los indigna, igual que en 1605, la prosperidad de un patán que no sabe tantas cosas finas como se aprenden en las mejores universidades del país (no olvidemos que el estudiar impide encontrar empleo, salvo en el Estado, donde se reconocen los estudios como determinadores del sueldo). Quien menos despierta solidaridad en Colombia es quien crea una empresa y prospera.

Ese asco, como ya he dicho, es un valor profundo de la Antigüedad y la Edad Media. Un amigo español me contó que él había oído hablar de personas que en otras épocas habían llegado a morirse de hambre, porque su dignidad les impedía trabajar.

Y si se piensa en las posibilidades de que la economía colombiana crezca a un nivel que permita reducir de verdad la pobreza, lo ÚNICO que tiene sentido es promover la creación de empresas y la formación de empresarios.

Es decir, de personas ambiciosas que aspiran a tener varios millones de dólares gracias a que aciertan haciendo algo y vendiéndolo. Los terrenos en que eso se podría hacer son muchos, y el factor decisivo es la cultura, por lo que las personas de extracción social alta están en increíble ventaja para conseguir eso.

Sólo es que por una parte no tienen la necesidad ni la amenaza de la miseria, y por la otra sí temen encontrar el desprecio generalizado de sus parientes y compañeros de estudio, cuya vocación siempre es servir al país desde cargos públicos.

Factor esencial, según me parece a mí, del acierto de una empresa es la capacidad de formar a quienes colaboran con ella, de modo que la especialización permita obtener buenos dividendos.

Como es bien sabido, Colombia no puede competir en el terreno de las manufacturas corrientes con los países de Asia, sobre todo porque sus ingresos son muy inferiores a los de los colombianos. Por bajo que se el PIB per cápita colombiano, sigue siendo más del triple del de India. Lo que pasa es que India no puede producir muchas cosas de consumo en Occidente por su singularidad cultural.

Los empresarios colombianos, sobre todo los nuevos empresarios, tienen que contar con las posibilidades que abren los compatriotas exiliados, tanto para conseguir información cuanto como para vender los productos en el exterior. Pero esa masa de inmigrantes es también un mercado excelente ante el cual los productores colombianos tienen una ventaja extraordinaria.

Dentro de los negocios que se me pueden ocurrir a mí están por ejemplo el merchandising con temas nacionales y de identidad. El problema es que el trabajo de diseño de esos productos no se pone a hacerlo nadie.

Yo estoy seguro de que alguien que vendiera camisetas bonitas con algún motivo colombiano bien planteado a los inmigrantes podría tener éxito. Pero ¿por qué limitarse al mercado de inmigrantes y no producir camisetas originales que podrían ser atractivas para los estadounidenses? El rey de la camiseta puede ser cualquier muchacho de cualquier ciudad colombiana.

Lo que pasa es que todos tenemos en el fondo de nuestro ser una conciencia de príncipes. Nos gustaría ser libres de las responsabilidades y apremios de los demás, es decir, ser riquísimos. Bueno, para eso se pone alguien a crear una empresa. Lo malo es que en Colombia no se entiende que eso toma su tiempo y que de lo que se trata es de vender muchas camisetas y no de ganar mucho dinero en cada camiseta.

Es algo corriente. Cualquiera que accede a un negocio quiere apresurar la prosperidad y lo único que consigue es arruinarse. Da lo mismo que la estampación de camisetas vaya dirigida a los inmigrantes, a los estadounidenses o al mercado colombiano, el éxito dependerá de vender muchas camisetas muy baratas. Pero eso supone trabajar más y correr más riesgos.

Y por lo general quien tiene tanta energía se cuenta entre los inmigrantes, y en la inmigración la vida se le va en adaptarse al nuevo medio.

Dentro de ese merchandising para los inmigrantes, siguiendo con el tema del orgullo patrio, no estaría nada mal publicar libros con motivos nacionales. Esos libros pueden ser perfectamente artesanales, producidos por una impresora de computador común y corriente: si el creador tiene buen gusto para seleccionar el papel, el tipo de letra y la composición del libro, puede decorarlos a mano y venderlos a un precio tal que al cabo del día sus ingresos sean dignos. Eso no lo hace nadie (por favor, no me digan que lo haga yo porque yo no estoy sin trabajo).

Pero pensando en libros, es decir, en una industria cultural que de todos modos se va expandiendo, ahí están nuestros vecinos petroleros donde la producción por fuerza es inferior. ¡En Colombia sólo hay editores piratas esperando aprovechar a robarse los derechos de otros! Bueno: editar libros, que es menos caro de lo que la gente cree, sería un buen negocio porque se cuenta con ventaja respecto a Venezuela, Ecuador y Centroamérica, por no hablar de los millones de inmigrantes colombianos en EE UU.

Y lo mismo podría haber cadenas de restaurantes colombianos en EE UU, o de comidas de otros países en Colombia. Y también microempresas de artesanías artísticas que se podrían vender muy bien en todo el primer mundo.

Lo que pasa es que cuando alguien ha estudiado arte y tiene algún talento siempre está pensando en su papel en la historia del arte. Tan burdo y ridículo es nuestro mundo. Pero una persona con esos conocimientos y con la determinación de ganar dinero podría hacerse rica. Sólo es que por ser colombiano encontrará un camino en la falsificación. ¿Se imaginan una industria que ofrece retratos al óleo baratos a toda la clase media estadounidense y europea? ¿Se imaginan una persona que hace un casting entre jóvenes colombianos a los que evalúa según su aptitud para el dibujo y después pone a pintar o más bien colorear esos retratos, previamente definidos en la tela por técnicas de proyección, hasta que se consideran listos para que una persona experta haga los detalles y saque un buen retrato?

Fantasear es fácil y lo que cuenta es la persona que trabaja y realmente consigue las cosas, pero el sentido de este post, y tal vez de todos mis blogs, es proponer una ruptura con esa mentalidad según la cual sólo hace falta inventarse la nueva misión de la co-misión y el nuevo informe del equipo asesor, cuando el problema es ponerse a trabajar y a ganar plata y a abrirle oportunidades a los compatriotas para que sea posible la educación y la salud y la vivienda.

Es una lucha en la que uno está en absoluta minoría, pero creo que vale la pena. Por odioso que resulte decirlo, no habrá prosperidad mientras no haya una masa crítica de gente capaz de limpiarse lo colombiano.

Yo participaría encantado en un blog que alguien abriera sobre ideas de negocio.

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