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Vislumbrando el milagro colombiano

martes, agosto 16, 2005

La perfección por un decreto

Esta mañana me puse a arreglar el Decreto de Felicidad General, que sólo es la portada de este post, y después de publicarlo no he tenido tiempo de explicarme, y al mismo tiempo son tantas las cosas que se agolpan en mi cabeza, todas profundamente relacionadas con lo mismo, que no sé por dónde seguir.

Un poco en broma y como remitiendo a su circunstancia personal, Fiona dice que menos mal el decreto no es obligatorio. Por ahí empieza el problema, porque el papel del que emite decretos es mandar y la felicidad es libre. Pero yo hablo siempre de ese decreto para referirme a la tendencia de la mayoría de los colombianos a suponer que la corrupción, la violencia, la pobreza, la injusticia, la adversidad y las enfermedades se remedian con un decreto.

En una ocasión Respondón me dijo que no compartía mi "tesis maestra" sobre Colombia. Le repliqué que no sabía que tenía una tesis maestra, pero ahora que lo pienso un poco mejor creo que sí la tengo, y me gustaría resumirla un poco.

Uno escribe un blog de política porque parte de la certeza de que los problemas de la realidad, los que hacen de Colombia un país atrasado, violento y miserable tienen que ver con las cosas que piensan y dicen los colombianos. De no ser porque leer las opiniones predominantes en Colombia me violenta profundamente, afrenta a mi sentido de la verdad y de la justicia (sobre lo cual podría contar muchas historias), no tendría un blog. Para lucir mi cultura no tendría un blog. Dedicaría el tiempo a la socialidad o a ganar dinero.

La tesis maestra sobre Colombia es ésta: la sociedad colonial transmitió una serie de estructuras sociales, valores y hábitos que terminaron siendo los rasgos de carácter de la Colombia del siglo XX. Esos rasgos se pueden rastrear en la España del Barroco y antes en las sociedades de la Antigüedad. En Colombia todo se agravó por el aislamiento y por la esclavitud, y los colombianos de las clases poderosas se acostumbraron a su papel parasitario y transmitieron a sus descendientes el desprecio del trabajo. La forma en que los privilegios se transmitían era a través del dominio del Estado, del acceso a los cargos públicos. Así se formó la vasta clase de los funcionarios estatales que disponen de todo y no producen casi nada. La existencia de recursos naturales copiosos favorece el poder de esa clase, pues los recursos no salen del trabajo ni el esfuerzo de nadie, sino de debajo de la tierra.

Así el Estado transmite las relaciones de dominación tradicionales y la Iglesia la ideología tradicional. Eso es muy característico de la España de los siglos de decadencia, en que las familias poderosas envían a unos hijos a hacer la carrera eclesiástica y a otros a hacer la militar, o bien los convierten en médicos o abogados: el oro y la plata de América dan para comprar de todo importado de Europa.

Es lo mismo que pasa en Colombia. Y el resultado es que el colombiano se acostumbra a esperar los recursos que necesita de su relación con quienes dominan el Estado. Así se forma la repulsiva figura del lagarto, y su correlato, el sindicalista, que es el lagarto cuando consigue organizar una red de poder que puede infundir temor en quienes toman las decisiones.

Una primera conclusión, no por repetida menos importante: el anticapitalismo es la expresión de eso antiguo, por eso no hay anticapitalistas entre la gente humilde sino en los medios universitarios. Pero lo mismo es el antiamericanismo y todos los elementos ideológicos que en Colombia se reconocen como "izquierda".

Cuando las rentas ya no proceden de lo que se hace, que está encargado a otros, a los indios y negros, la gente se vuelve especialmente torpe para entender las más elementales relaciones económicas. La religión, muy degradada por convivir con prácticas de crueldad y arbitrariedad, muy afectada por la indolencia reinante, se vuelve el recurso con el que el clero domina en la medida en que puede a la sociedad al tiempo que protege sus propiedades y sus rentas. Esa simbiosis de la Iglesia con los grupos sociales que dominaban el Estado hace que siempre exista una marcada animosidad contra los sectores modernizadores y productivos. El odio a los empresarios procede del afán de defender la supremacía moral de los sacerdotes. Si trabajar es lo que cuenta, si el trabajo es lo que justifica el mando y el bienestar, ¿qué derecho tienen los curas a mandar?

Ésa es la "identidad" de Colombia y en todo momento se manifiesta. Todo lo que implica el progreso es la derrota de esa mentalidad, pero es algo muy difícil porque la educación, los medios de comunicación y el prestigio cultural están en manos de quienes reproducen esa ideología, y hoy en día el gremio de maestros ha reemplazado al de curas, sólo que en lugar de la ilusión trasmundana venden la utopía socialista y ponen en práctica sus proyectos con espeluznante precisión.

Segunda conclusión que me parece fundamental: toda creencia en un país normal en el que hay una mayoría de gente normal y buena que es víctima de minorías de bandidos sólo es conformismo e incapacidad de ver la realidad. La disidencia respecto a esa mentalidad es extremadamente minoritaria.

Ayer se abrió en El Tiempo un Foro sobre la ley que prohíbe la discriminación por razón de edad en el empleo. Aparecieron varios cientos de opiniones de las cuales se deduce que los colombianos no entienden ni respetan el derecho de propiedad. ¿Cómo puede ser que el Estado determine a quién va a contratar otra persona?

¿Cómo explicarlo? Basta esa ley para entender a Colombia. El que conozca un país desarrollado, por favor, explíquele a alguien que uno puede ir al juez a denunciar a un empresario porque prefirió contratar a una persona más joven. Es que los colombianos no quieren explotar a otras personas sino que quieren ser jueces, ser litigantes que defienden a los asalariados, tener un empleo en lo posible en el Estado.

¿Qué es lo que hay detrás de esa aversión al derecho de propiedad? Es el odio al trabajo. No es la injusticia de que unos dispongan de las cosas y otros no, porque entonces los campesinos hace tiempo habrían matado a los curas y en las ciudades sólo habría políticos muy llenos de moralidad. Es que el trabajo produce una riqueza que no se hereda ni procede de la pertenencia social de uno a un estrato. El trabajo es el modo en que ascienden socialmente los pobres.

Esa ilegitimidad de la propiedad y de la riqueza derivada del trabajo es el viejo conflicto del Barroco español, que es donde debemos encontrar la raíz de nuestros conflictos. El pintor Diego Velázquez pasó la vida tratando de demostrar que sus antepasados no habían trabajado, y el desprecio violento de un Quevedo por el dinero correspondía a esa amenaza de una clase burguesa que destruía las jerarquías tradicionales.

Por eso lo que nadie quiere reconocer, que es que la retórica mamerta sólo tiene público entre privilegiados sociales, particularmente en las universidades pero también en todos los medios en que las clases altas tradicionales socializan.

Las consecuencias de leyes como ésa en la economía, ahí está lo importante, son éstas: 247 inspectores que revisan la buena conducta de las empresas (unos cinco millones de dólares al año en costes laborales), más los sobornos que habrá que pagarles si descubren una infracción, más las horas perdidas ocultando que se quiere contratar a la persona que según el cálculo de la empresa interesa...

Pero el dinero es lo de menos: lo que cuenta es el poder. Imagínese que usted produce ladrillos y tiene mucha ambición y trabaja y ahorra mucho y pone una ladrillera en un pueblo y contrata a varias decenas de obreros: usted debe estar siempre sometido al señor juez, que por haber contratado usted a un obrero de treinta años y no a uno de sesenta puede destruirlo a usted. Ésa es la cuestión que hay detrás. No sólo detrás de esa norma ridícula y asombrosa sino de todo el socialismo de los colombianos, empezando por la Constitución de 1991.

Afortunadamente participó un empresario que compensó un poco el exceso de mentalidad primitiva:

David
E-mail: david88@hotmail.com
Ciudad: Bta, 16/08/2005 05:21 AM

Yo como empresario tengo el derecho a contratar al que se me de la gana. Yo soy el dueno de la empresa y ese es mi derecho. Sino les gusta pues que armen su propia empresa. Uribe al cien. El si esta interesado en las empresas de Colombia. Los trabajadores son empleaduchos muertos de hambre. Ya las quitamos las horas extra, ahora vamos por las pensiones. Esa es la Colombia que amo. Donde hay mano de obra negra y bastante idiota que no protesta, trabaja por lo que sea y reeligiremos de nuevo a nuestro presidente. Y cito a Uribe "trabajar, trabajar y trabajar". Asi que vaya trabaje o busque trabajo y vote por Uribe.


Es lo normal en Colombia, la "función social de la propiedad", la sensación de que el que tiene una empresa es porque le ha robado algo a alguien, el escándalo porque el empresario contrata a quien quiera (ésa es la "justicia social", el sometimiento de la sociedad al gremio de la justicia).

En casi todas las sociedades de Occidente hay un conflicto fundamental, ya presente en Grecia, entre el ciudadano y el gobernante. En Colombia no, los colombianos que no están del lado del gobernante son los que no resultaron favorecidos, "lo malo de la rosca es no estar en ella". Los colombianos siempre están en el bando del gobernante, o en el de alguno que aspira a sucederlo, y por eso les parece que el empresario no trabaja y que no tiene derecho a contratar a quien quiera.

Es la ideología colombiana. Hoy salen en El Tiempo dos joyas que dejan ver sin la menor duda cuáles son las causas del atraso y la miseria.

Primero es un Artículo sobre el modelo, que según el autor es el de Robin Hood al revés, el de Hood Robin: robar a los pobres para dar a los ricos.

... se quita la plata a los pobres mediante sutiles maniobras de macroeconomía y se entrega a los ricos, mediante sutiles maniobras tributarias.

Aunque más representativo es este otro fragmento:

Leyendo indicadores se colige que lo que refleja, en realidad, la aparente caída del desempleo, es un aumento del empleo temporal o subempleo. Ese es el nuevo nombre del desempleo.

¿De dónde va a salir empleo fijo y bien pagado? ¿Cómo se me ocurre preguntar?, del correspondiente decreto. ¿Cuánto empleo temporal hay en los países desarrollados, digamos en EE UU? Nada: todos con pleno empleo, como Corea del Norte. El que no tiene el empleo asegurado para toda la vida es como si no tuviera nada.

¿Por qué me habré preocupado de comentar eso? Lo bueno viene ahora.

Es casi de Perogrullo el criterio de que este Gobierno no se desvela por la equidad; en cambio, se preocupa por complacer a los industriales. Saca pecho, por ejemplo, con 750 mil millones que se ahorrará el Estado a causa de la reestructuración del empleo público; pero oculta decir que por la ancha gabela del 30 por ciento de exención tributaria, entregada a quienes adquieran activos productivos, el Estado dejó de percibir 850 mil millones. Y los industriales, felices...

La equidad consiste en mantener en puestos pagados varias veces más que los del mismo nivel del sector privado a unas personas absolutamente superfluas, mientras que reducir la tasa tributaria con la condición de que se reinviertan las utilidades para crear empleos es perjudicar a los pobres. ¿Se acuerda alguien de que los empleados públicos no son los pobres? ¿Y de que la tributación es una de las más altas del mundo para los empresarios, la más alta de Latinoamérica?

Creo que el personaje describió a Colombia con precisión, pero no se da cuenta. ¿Le interesa la utilidad de esos empleos que se redujeron? En absoluto. Quiere que se castigue a los industriales por tener dinero. ¿No habré dicho que el problema desde la Colonia, y en realidad desde Grecia, es que el Estado despoja a los que trabajan para mantener a sus dueños? En el caso de este hombre ese despojo es abierto.

Pero vamos a la igualdad económica: la inversión productiva no sólo crea empleo (en lugar de los parásitos de toda la vida, los albañiles, si es en la construcción), PERO PRODUCE COSAS. Los 750.000 millones ahorrados en parasitismo estatal sólo produce quien consuma.

Es que en Colombia quienes trabajan son esclavos de quienes poseen el Estado. Así se entiende la guerrilla, una facción, la más aislada y bárbara, la de los Abimolanos, aspira a apropiarse del Estado y a partir de ahí de todo. Esa facción domina los sindicatos estatales, las universidades, etc. Pero quiere lo mismo, implantar la nueva casta de los dueños del Estado. La nueva casta es en realidad de viejos patricios, sólo es que los Umaña y los Pizarro y los Sanz (de Guillermo León) han sido excluidos por las familias más poderosas.

El tal Guzmán está convencido de que todo el que invierte y contrata a otro es un potentado, pero si alguien hace el censo de las casas de los ricos en Colombia, la mayoría resultarían ser de empleados públicos.

Es el orden esclavista perpetuo: el de la Colonia. Es que en Colombia no hay libertades porque éstas podrían incomodar a ciertos poderes... ¿A los amigos de los guerrilleros?



El presidente de Caracol TV publica un artículo en El Tiempo que es una joya de esas que dejan claro de golpe por qué el periódico de Santodomingo es un órgano de propaganda de las FARC. No podía ser de otra manera.

Por unas pocas utilidades a corto plazo sacrificaríamos en el futuro nuestra industria de producción nacional de televisión.

¡Qué bonito es hablar del futuro, y del nacionalismo! Siempre da resultado. ¿Cómo es ese sacrificio?

¿No lo saben?

¡QUIEREN PERMITIR LA COMPETENCIA!

Claro, en los países desarrollados a nadie se le ocurriría que una ley prohíbe pasar los programas que le gustan a la gente a los horarios que al empresario le interesen, salvo las objeciones contra el sexo y la violencia, pero en tal caso habría que prohibir los culebrones criollos. Eso es porque allá hay una ciudadanía que tiene derechos y en Colombia hay un Estado al servicio de la casta que accede a los puestos y de los magnates que ponen presidentes. Para eso se hacen leyes.

Por lo menos, es lo que se desprende de la declaración del Ministro de Desarrollo Económico, publicada el 12 de abril de 2005, en Portafolio, cuyo aparte reproducimos:

"En la negociación del TLC es necesario incrementar el mercado norteamericano para los audiovisuales colombianos (45 por ciento de las exportaciones), algo que es factible dado el enorme crecimiento del mercado hispano. Para que esto se cumpla es probable que sea necesario abrir un poco el nuestro, disminuyendo la cuota de pantalla, como lo han hecho otros países", Jorge Humberto Botero (Mincomercio), Portafolio, 12 de abril de 2005.

La cuota de pantalla es la obligación por norma de exhibir en los espacios llamados "triple A" o "prime" de los canales nacionales, por lo menos un 70 por ciento de programación "hecha en Colombia".


Hecha por las cadenas monopolistas: la gente que no es rica está obligada a ver basura por interés patrio. ¡Por interés patrio, lo siguiente es de verdad un prodigio!

Nuestra televisión tiene hoy una capacidad tal que permite a los canales colombianos exhibir en el prime programas colombianos en un ciento por ciento. Sin embargo, los negociadores del Gobierno y los partidarios del TLC no lo consideran conveniente, pues no piensan en el futuro de las familias que dependen de la televisión, ni en las consecuencias económicas de una menor exportación de programas, ni en la pérdida de nuestra identidad colombiana.

Una sola persona podría exhibir programas colombianos en un ciento por ciento. ¿Qué gracia es ésa? ¿Los negociadores del gobierno no lo consideran conveniente? Al menos los que somos partidarios del TLC estaríamos encantados de que sólo se viera televisión nacional PORQUE LA GENTE LA PREFIERE. ¿No piensan en el futuro de las familias que dependen de la televisión? ¿De la familia Santodomingo? ¿Por qué va a haber menos exportación de programas si se abre el mercado más importante del mundo?

Es todo tan fácil: ellos deciden qué televisión ve la gente y no tienen ningún interés en TRABAJAR, en preocuparse de hacer bien las cosas, pues para eso ya tienen a los esclavos obligados a ver su bazofia.

Lo que sí me duele es que diga que no pensamos en la pérdida de la identidad colombiana: ¿cuántas horas dedicaré yo a escribir en internet con la esperanza de que se vaya perdiendo un poquito de semejante mancha, que espero haber descrito vagamente en este post?

Ante la posible disminución de la cuota de pantalla y la sustitución de novelas colombianas por cine extranjero, los canales nacionales, a corto plazo, ganaríamos más dinero, pues la audiencia de una película "gringa" (cuesta 3.000 dólares) suele ser mayor que la de una novela nacional (cuesta 12.000 dólares) y, por consiguiente, vende más publicidad.

Pero por unas pocas utilidades a corto plazo sacrificaríamos en el futuro nuestra industria de producción nacional de televisión.


¿Cómo puede renunciar a las ganancias por patriotismo y entender que la apertura de un mercado acabaría con una industria?

Es que... es colombiano.

Veamos: la novela es hecha en un ciento por ciento en Colombia, por personal técnico, artístico y de producción nacional. Gran parte de este personal quedaría cesante.

QUE SE VA A ENSANCHAR EL MERCADO ESTADOUNIDENSE.

Globalizar no es destruir lo que funciona, es fomentar lo bueno para que compita en condiciones de mercado; así lo hemos venido haciendo hasta ahora, sin ninguna ayuda estatal.

¡Les dan el monopolio de la audiencia, pero todavía dice que no tienen ninguna ayuda estatal!

Es lo mismo de arriba.

5 Comments:

  • Hola, me parece interesante la teoría de la "abversión al trabajo", pero me parece que la tesis no está bien desarrollada ni bien estructurada. Se debe fundamentar más al momento de plantear algo tan "explosivo" contra la clase pensante del país que, para bien o para mal, son los universitarios. A pesar de estos pequeños detalles, muy buen artículo.

    By Anonymous Anónimo, at 1:05 p.m.  

  • Respuesta al anónimo: la verdad es que no sé qué es lo que no esté bien desarrollado. Digo que el odio a los empresarios es el odio al trabajo, porque si fuera por los ricos odiarían a Shakira, a los obispos y a los magistrados.

    Todo eso porque en épocas antiguas el trabajo sólo lo hacían los pobres: los de arriba rezaban, guerreaban y escribían.

    Respecto al carácter pensante de los universitarios, por una parte el nivel es bajísimo por la poca exigencia del país, por la otra, hay un unanimismo comunista impresionante, también en las universidades privadas.

    Colombia sólo se podrá desarrollar haciendo caso omiso de los doctores, CONTRA ellos. De hecho algo como el secuestro está claramente dirigido contra la clase empresarial, y es ciertamente organizado desde las universidades.

    Puede que entre la gente que vive en EE UU, entre universitarios disidentes, entre gente de algunos centros distintos, etc., se forme la masa crítica de pensadores liberales que podrían educar al país. Pero las universidades no son más que madrasas donde se adoctrina asesinos y su nivel es una vergüenza aun para un país del Tercer Mundo.

    Ya sé que esto suena novedoso, pero la restitución del Che Guevara y la campaña de sus partidarios en los medios lo deja ver claramente.

    By Blogger Ruiz_Senior, at 2:54 p.m.  

  • Gracias Jaime por el resumen de su pensamiento, que merece una amplia difusion...aunque los mecanismos de difusion forzosa seguramente chocarian con tu apego al libre mercado. Lo cual me lleva al unico comentario de peso que tengo sobre, y en cierta medida contra, tu radiografia nacional. Acepto como viable tu version sobre la historia colombiana como una continuidad del dominio de casta, hasta llegar a la realidad burocratizada y monopolizada de hoy. (Por algo te recomende la lectura de Guillen hace rato, aunque tengas que consultarlo en la BLAA.) Pero como la sociedad que resulta de este proceso historico es un desastre bajo muchos aspectos, comenzandos con las opciones de vida recortadas a los mas pobres, no me extranya que hayan muchos colombianos con ideas de izquierda; aunque algunos forman parte de la cupula parasitaria que analizas, otros no. Su izquierdismo y hasta su antiamericanismo es bien ganado y sincero, lo cual no significa que sea menos danyino o tendiente al totalitarismo. No soy tan estructuralista como para creer que la elite colombiana controla hasta a la subversion, al estilo de "1984".

    By Anonymous Anónimo, at 8:02 p.m.  

  • Para Respondón: ese antiamericanismo e izquierdismo sinceros es predominante en el país, salvo algunas capas urbanas más bien minoritarias, de gente eficiente y razonable pero un poco filistea.

    Pero eso porque, tal como aprendí en mi adolescencia, "la ideología dominante es la de la clase dominante". Es decir, tras el resentimiento y la "sed de justicia" del ciudadano corriente, sobre todo joven, hay una asimilación completa de todos esos valores tradicionales, y ciertamente un apego a valores de jerarquía que pueden y suelen ser los tradicionales: como en el mundo de Robert Nozick, el odio a los ricos acompaña a personas que creen en el mando de los inteligentes o del "mérito". Los valores del libre mercado no son naturales, como la propiedad o como cualquier institución, son resultado de largas experiencias.

    Ahora bien, el digamos hombre humilde que siente todas esas razones izquierdistas las ha oído de otros, casi siempre sus superiores sociales, y en realidad el proceder de arriba da fuerza a esas ideas. Uno entra a la universidad y se afilia a la última secta revolucionaria, si lo dejan, claro. El liderazgo estará determinado por el origen social. Si uno es el hijo del presidente tendrá un papel más lucido que un patán de un pueblito de la selva.

    De datos de la experiencia podría resumir que tanto en la ideología como en la realidad práctica el hombre de izquierda que sueña con el socialismo no es uno que está planteándose crear empleo (digamos cooperativo) y difundir la justicia sino una carrera estatal.

    No te imaginas cuánto lamento no tener tiempo para escribir un ensayo demostrando hasta qué punto los rumberos de 2005 son casi exactamente los mismos hijos de criollos de 1705 que describe Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas. Es decir, se sueña con la justicia perfecta pero en la realidad las aspiraciones intelectuales son modestísimas y el sueño de vivir sin trabajar gracias a algún privilegio predomina entre esas mismas personas. Su izquierdismo es su afiliación ideológica a una coartada que con nombrarla los pone por encima del mundo, pero en su intimidad tienen sueños de señorito porque forman parte de los modelos sociales compartidos.

    En cuanto a la relación de la elite con la guerrilla la cosa es más clara. Por una parte, el PC es una creación de patricios, como Gilberto Vieira, como los amigos de Luis Vidales, etc. ¿Cuántos militantes tenía el PC en el mundo universitario de 1975? Una parte de esa gente trabaja para las FARC y tiene poder dentro de la organización: viven en Europa organizando los Comités por Colombia, viven en las ciudades organizando los servicios jurídicos o sencillamente, seguro que con mucha más frecuencia, son personas sin responsabilidades especiales que ocupan puestos de poder en el Estado y prestan a veces pequeños servicios.

    Es decir, no es una teoría conspirativa sino algo evidente. ¿Cuánto mando tiene realmente Tirofijo o el Secretariado sobre las FARC? Ese mando está limitado por muchos elementos, pero a la hora de la política es ínfimo. ¿Qué haría Tirofijo si todo el PC apoyara una estrategia represiva y los de Anncol y demás empezaran a cuestionar su liderazgo.

    Yo he conocido militantes de todos los estratos, y te puedo asegurar que nada hay más profundo en el guerrillero raso que su veneración por los estudiados, finos, dulces y amables que estructuran la organización. Es otra forma de controlar a la guerrilla.

    Otra cosa es que alguien piense en una elite de 100 personas que lo controlan todo. Eso sí sería conspirativo. Yo creo que las diversas facciones políticas, en cuanto son sobre todo "roscas" de negocios, prefieren que haya guerrilla a que la facción rival se adueñe de los puestos por haber acabado con aquélla.

    By Blogger Ruiz_Senior, at 6:57 p.m.  

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    By Blogger Roberto Iza Valdés, at 11:51 a.m.  

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